X /// ESCUCHA EL LATIDO DE LAS PIEDRAS
Río Alhárabe, Moratalla / ©2013 Dipah DiDd
“El Ki (también se escribe Chi o Qi) es vitalidad, energía, el espíritu de la vida misma; un concepto que impregna todos los aspectos de la vida diaria y el pensamiento en China y Japón, refiriéndose a las actividades de la vida, el pensamiento y el mundo fenoménico. El tiempo atmosférico es Ki; la electricidad es Ki; el aire es Ki; la salud es Ki; las sensaciones, tanto físicas como emocionales, son Ki; llevarse bien o no con alguien se debe al Ki; prestas atención con Ki; reflexionas con Ki, lo utilizas para preocuparte o para mantener la calma. Cuando tu Ki no se dirige hacia algo en particular, no sientes inclinación a hacer esa cosa. Cuando tu Ki es consciente de tu entorno inmediato, te vuelves sensible a los sentimientos de los demás. Aunque cada ser vivo tiene Ki, su grado y su textura difieren en cada uno de nosotros. El Ki no pretende devolver la salud a las personas y si entraña algún tipo de filosofía en cuanto a la salud, es la siguiente: la salud es el resultado de la satisfacción, alegría, armonía y serenidad que una persona siente en la vida. En lo que concierne a la vida, el Ki se decanta más por la calidad que la cantidad. El Ki no concede premios de longevidad, su premio es, afortunadamente, una concepción más vibrante de la vida.” Dr. Mallory Fromm: El libro del Ki: Los principios curativos de la energía vital. Editorial Sirio, 1998.
Esta combinación de satisfacción, alegría, armonía y serenidad, genera un estado de felicidad permanente que han reconocido todas las tradiciones filosóficas, espirituales y religiosas de la humanidad: para el hinduismo es el Ananda, la dicha pura; para la filosofía budista es el Nirvana, un estado de iluminación pleno de lucidez; para el judaísmo es el Ashrei, un estado de santidad y salud; para el cristianismo es el Paraíso que habita en nuestro interior y para el islamismo es el Falah, un estado de felicidad y bienestar. En la última década, diversos estudios de Psicología Social comprobaron que este estado interior de felicidad permanente brinda las siguientes cualidades:
I/ podemos sentirnos infelices y sufrir en mayor o menor grado con el catálogo de las manifestaciones de la infelicidad: ansiedad, fatiga, abatimiento, desinterés, pena, pesimismo, inseguridad, rencor, envidia y otras emociones negativas.
II/ podemos sentirnos felices por las razones equivocadas y tratar de escapar de la infelicidad a través de experiencias pasajeras de placer: adicción a sustancias, exposición excesiva a la televisión o a la web, relaciones, compras y juego compulsivos; otras adicciones y experiencias positivas breves y excepcionales. Es la pescadilla que se come la cola ya que como el efecto de estos “colocones superficiales” es muy breve, inmediatamente volvemos a buscar el estímulo que nos saque del estado de infelicidad en el que nos encontramos.
III/ podemos sentirnos felices por razones saludables: tener una casa bonita, un buen coche, hacer buen uso de nuestras habilidades y talentos, el éxito profesional y las buenas relaciones con nuestra familia y amigos. El problema es que todas estas razones dependen en gran parte de las circunstancias externas de nuestra vida, por lo que si cambian o desaparecen, el impacto en nuestra felicidad puede ser muy importante, incluso para hacer que ésta se agote.
IV/ podemos sentirnos felices internamente, de manera permanente, disfrutando de un bienestar que se fundamente en la satisfacción, la alegría, la armonía y la serenidad que se originan en nuestro interior y son independientes de las circunstancias externas. Este es un estado que se expresa de forma incondicional: no es cuestión de que nuestra vida sea siempre perfecta sino de que, lo sea o no, seamos felices en cualquier caso. En este estado, seremos capaces de aportar felicidad a nuestras experiencias en lugar de tratar de extraer felicidad de ellas; no perderemos energía intentando controlar el mundo que nos rodea al tratar de ser felices, por el contrario viviremos de la felicidad y no para la felicidad. En este caso podemos sentir cualquier emoción, incluso tristeza, miedo o dolor; pero aún así siempre nos encontraremos en un estado subyacente de paz y bienestar.
En diversos estudios científicos se ha comprobado que al igual que lo que ocurre con el peso, independientemente de lo que nos ocurra en la vida, tendemos a volver a un nivel básico de felicidad. Podemos citar como ejemplo un seguimiento que se realizó a personas a las que les había tocado la lotería y al cabo de un año se comprobó que estos ganadores volvían al mismo nivel básico de felicidad anterior a tener el golpe de suerte. Lo mismo se comprobó con personas que se quedaron inválidos al sufrir un accidente ya que al cabo de un año volvían a su nivel básico de felicidad. Para no cometer el error de pensar que estamos condenados a ser felices o infelices por nuestra genética, es necesario recordar que si nos lo proponemos conscientemente, podemos cambiar nuestro nivel básico de felicidad. Hace más de 30 años, Lykken y otros científicos de la universidad de Minesota comprobaron que aproximadamente la mitad de nuestro nivel básico de felicidad se debe a causas genéticas y la mitad restante es adquirida. Por lo tanto, si una persona va por la vida indefectiblemente de buen humor o deprimido, esto está originado en un 50% porque nació así y en el 50% restante debido a los pensamientos, sentimientos y creencias que se ha formado en respuesta a sus experiencias vitales. En la última década, los psicólogos Lyubomirsky, Sheldon y Schaade, de la Universidad de California, demostraron algo muy interesante: del 50% del nivel básico de felicidad que no es genético, sólo el 10% está determinado por el nivel de riqueza, el estado civil o nuestro trabajo. Por el contrario, el otro 40% depende de nuestros hábitos en cuanto a actitudes, pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Por esta razón, cada uno de nosotros debe tener presente que es capaz de reprogramar y elevar su nivel básico de felicidad para llevarlo a un punto más elevado de paz y bienestar. Nos equivocamos si malgastamos nuestra vida buscando la felicidad, anhelando conseguirla, persiguiendo razones para ser felices como la riqueza, la belleza, las relaciones o el éxito profesional. La verdad es que, para ser genuinamente felices, lo único que debemos hacer es elevar nuestro nivel básico de felicidad. Nunca debemos olvidar que el horizonte de nuestras vidas es amplio y que todas y cada una de las cosas son posibles. Siempre debemos tener presente que la actitud, las creencias, los sentimientos y las emociones que elegimos son las que moldean el resto de nuestra vida y que las únicas limitaciones reales no provienen del exterior sino de la falta de poder y de armonía en nuestro interior que malgastan nuestro Qi con excusas, explicaciones y justificaciones para no actuar, para no aceptar los desafíos. Crear nuestra vida es simple; lograr que la vida sea el espejo de lo que realmente somos es el verdadero reto. Kafer khirek. Námaste!
“Feliz pero no por lo que pase. Sin frío, pero no por un fuego o un baño caliente. Luz, ninguna detecto.” /// Yalal ad-Din Muhammad Rumi, 1207-1273.
Río Alhárabe, Moratalla / ©2013 Dipah DiDd
“El Ki (también se escribe Chi o Qi) es vitalidad, energía, el espíritu de la vida misma; un concepto que impregna todos los aspectos de la vida diaria y el pensamiento en China y Japón, refiriéndose a las actividades de la vida, el pensamiento y el mundo fenoménico. El tiempo atmosférico es Ki; la electricidad es Ki; el aire es Ki; la salud es Ki; las sensaciones, tanto físicas como emocionales, son Ki; llevarse bien o no con alguien se debe al Ki; prestas atención con Ki; reflexionas con Ki, lo utilizas para preocuparte o para mantener la calma. Cuando tu Ki no se dirige hacia algo en particular, no sientes inclinación a hacer esa cosa. Cuando tu Ki es consciente de tu entorno inmediato, te vuelves sensible a los sentimientos de los demás. Aunque cada ser vivo tiene Ki, su grado y su textura difieren en cada uno de nosotros. El Ki no pretende devolver la salud a las personas y si entraña algún tipo de filosofía en cuanto a la salud, es la siguiente: la salud es el resultado de la satisfacción, alegría, armonía y serenidad que una persona siente en la vida. En lo que concierne a la vida, el Ki se decanta más por la calidad que la cantidad. El Ki no concede premios de longevidad, su premio es, afortunadamente, una concepción más vibrante de la vida.” Dr. Mallory Fromm: El libro del Ki: Los principios curativos de la energía vital. Editorial Sirio, 1998.
Esta combinación de satisfacción, alegría, armonía y serenidad, genera un estado de felicidad permanente que han reconocido todas las tradiciones filosóficas, espirituales y religiosas de la humanidad: para el hinduismo es el Ananda, la dicha pura; para la filosofía budista es el Nirvana, un estado de iluminación pleno de lucidez; para el judaísmo es el Ashrei, un estado de santidad y salud; para el cristianismo es el Paraíso que habita en nuestro interior y para el islamismo es el Falah, un estado de felicidad y bienestar. En la última década, diversos estudios de Psicología Social comprobaron que este estado interior de felicidad permanente brinda las siguientes cualidades:
- Sentirse vital, optimista y lleno de energía, con la sensación de que todo fluye.
- Sentir amor y compasión por uno mismo y por los demás.
- Apasionarse por la vida y sentir que ésta tiene un propósito.
- Vivir plenamente el momento.
- Estar en paz, sentir gratitud y tener la capacidad de perdonar.
I/ podemos sentirnos infelices y sufrir en mayor o menor grado con el catálogo de las manifestaciones de la infelicidad: ansiedad, fatiga, abatimiento, desinterés, pena, pesimismo, inseguridad, rencor, envidia y otras emociones negativas.
II/ podemos sentirnos felices por las razones equivocadas y tratar de escapar de la infelicidad a través de experiencias pasajeras de placer: adicción a sustancias, exposición excesiva a la televisión o a la web, relaciones, compras y juego compulsivos; otras adicciones y experiencias positivas breves y excepcionales. Es la pescadilla que se come la cola ya que como el efecto de estos “colocones superficiales” es muy breve, inmediatamente volvemos a buscar el estímulo que nos saque del estado de infelicidad en el que nos encontramos.
III/ podemos sentirnos felices por razones saludables: tener una casa bonita, un buen coche, hacer buen uso de nuestras habilidades y talentos, el éxito profesional y las buenas relaciones con nuestra familia y amigos. El problema es que todas estas razones dependen en gran parte de las circunstancias externas de nuestra vida, por lo que si cambian o desaparecen, el impacto en nuestra felicidad puede ser muy importante, incluso para hacer que ésta se agote.
IV/ podemos sentirnos felices internamente, de manera permanente, disfrutando de un bienestar que se fundamente en la satisfacción, la alegría, la armonía y la serenidad que se originan en nuestro interior y son independientes de las circunstancias externas. Este es un estado que se expresa de forma incondicional: no es cuestión de que nuestra vida sea siempre perfecta sino de que, lo sea o no, seamos felices en cualquier caso. En este estado, seremos capaces de aportar felicidad a nuestras experiencias en lugar de tratar de extraer felicidad de ellas; no perderemos energía intentando controlar el mundo que nos rodea al tratar de ser felices, por el contrario viviremos de la felicidad y no para la felicidad. En este caso podemos sentir cualquier emoción, incluso tristeza, miedo o dolor; pero aún así siempre nos encontraremos en un estado subyacente de paz y bienestar.
En diversos estudios científicos se ha comprobado que al igual que lo que ocurre con el peso, independientemente de lo que nos ocurra en la vida, tendemos a volver a un nivel básico de felicidad. Podemos citar como ejemplo un seguimiento que se realizó a personas a las que les había tocado la lotería y al cabo de un año se comprobó que estos ganadores volvían al mismo nivel básico de felicidad anterior a tener el golpe de suerte. Lo mismo se comprobó con personas que se quedaron inválidos al sufrir un accidente ya que al cabo de un año volvían a su nivel básico de felicidad. Para no cometer el error de pensar que estamos condenados a ser felices o infelices por nuestra genética, es necesario recordar que si nos lo proponemos conscientemente, podemos cambiar nuestro nivel básico de felicidad. Hace más de 30 años, Lykken y otros científicos de la universidad de Minesota comprobaron que aproximadamente la mitad de nuestro nivel básico de felicidad se debe a causas genéticas y la mitad restante es adquirida. Por lo tanto, si una persona va por la vida indefectiblemente de buen humor o deprimido, esto está originado en un 50% porque nació así y en el 50% restante debido a los pensamientos, sentimientos y creencias que se ha formado en respuesta a sus experiencias vitales. En la última década, los psicólogos Lyubomirsky, Sheldon y Schaade, de la Universidad de California, demostraron algo muy interesante: del 50% del nivel básico de felicidad que no es genético, sólo el 10% está determinado por el nivel de riqueza, el estado civil o nuestro trabajo. Por el contrario, el otro 40% depende de nuestros hábitos en cuanto a actitudes, pensamientos, sentimientos, palabras y acciones. Por esta razón, cada uno de nosotros debe tener presente que es capaz de reprogramar y elevar su nivel básico de felicidad para llevarlo a un punto más elevado de paz y bienestar. Nos equivocamos si malgastamos nuestra vida buscando la felicidad, anhelando conseguirla, persiguiendo razones para ser felices como la riqueza, la belleza, las relaciones o el éxito profesional. La verdad es que, para ser genuinamente felices, lo único que debemos hacer es elevar nuestro nivel básico de felicidad. Nunca debemos olvidar que el horizonte de nuestras vidas es amplio y que todas y cada una de las cosas son posibles. Siempre debemos tener presente que la actitud, las creencias, los sentimientos y las emociones que elegimos son las que moldean el resto de nuestra vida y que las únicas limitaciones reales no provienen del exterior sino de la falta de poder y de armonía en nuestro interior que malgastan nuestro Qi con excusas, explicaciones y justificaciones para no actuar, para no aceptar los desafíos. Crear nuestra vida es simple; lograr que la vida sea el espejo de lo que realmente somos es el verdadero reto. Kafer khirek. Námaste!
“Feliz pero no por lo que pase. Sin frío, pero no por un fuego o un baño caliente. Luz, ninguna detecto.” /// Yalal ad-Din Muhammad Rumi, 1207-1273.
XI /// ESCUCHA EL LATIDO DE LAS PIEDRAS
Sintra, Portugal / ©2013 Dipah DiDd
Este año que termina, tuve la inmensa alegría de cumplir mi sueño de viajar y así recorrimos Begastri, Mula, Moratalla, Caravaca de la Cruz, Lorca, el valle del Ricote, Mazarrón, Madrid, Toledo, Barcelona, Túnez, Lisboa y París. Para este “latido de las piedras” de mi cumpleaños me quedo con esta foto de Sintra, un lugar muy especial que nos embelesó con su magia. La villa de Sintra pertenece al distrito de Lisboa, es una ciudad Patrimonio de la Humanidad, y su nombre proviene de un templo erigido en el año 308 antes de nuestra era por los griegos, celtas y túrdulos, que estaba dedicado a la Luna. Los celtas denominaban a la luna ‘Cinthia’ y cuando los árabes dominaron la región, al no pronunciar la ‘s’, llamaron al lugar ‘Chintra’ o ‘Zintira’. (Pinho Leal, Augusto Soares de Azevedo Barbosa: Portugal Antigo e Moderno. Lisboa. 1877). Al igual que Lisboa, dos lugares hermosos para vivir disfrutando de la amabilidad de sus habitantes y los prodigios de la naturaleza que se alimentan de la ternura de la poesía portuguesa y del embrujo de la melodía del fado.
El Alma se tiñe del color de tus pensamientos y tú eres el que elige el contenido de tu carácter. Día a día, lo que piensas, lo que eliges y lo que haces, es en lo que te conviertes. Tu integridad es tu destino, es la luz que guía tu camino. Heráclito de Efeso (544 / 484 a.C.)
Es el último viaje del primer año y se adentra un poco más en el sendero del eterno fluir de la nada a la nada, en busca de la paz, la ecuanimidad y el amor que son imprescindibles para su Libertad. Una vez más, con el júbilo en el alma que nace de la fascinación compartida por las “piedras que susurran en los oídos de las almas solitarias”, encuentra la piedra que le regala su latido secreto, un collage cosido con retazos de sabidurías de otros tiempos. La recorren sus manos, la abraza su cuerpo y finalmente, acerca su oído para fundirse en los tiempos que viven en su memoria. Entonces escucha y por fin, comprende…
Sintra, Portugal / ©2013 Dipah DiDd
Este año que termina, tuve la inmensa alegría de cumplir mi sueño de viajar y así recorrimos Begastri, Mula, Moratalla, Caravaca de la Cruz, Lorca, el valle del Ricote, Mazarrón, Madrid, Toledo, Barcelona, Túnez, Lisboa y París. Para este “latido de las piedras” de mi cumpleaños me quedo con esta foto de Sintra, un lugar muy especial que nos embelesó con su magia. La villa de Sintra pertenece al distrito de Lisboa, es una ciudad Patrimonio de la Humanidad, y su nombre proviene de un templo erigido en el año 308 antes de nuestra era por los griegos, celtas y túrdulos, que estaba dedicado a la Luna. Los celtas denominaban a la luna ‘Cinthia’ y cuando los árabes dominaron la región, al no pronunciar la ‘s’, llamaron al lugar ‘Chintra’ o ‘Zintira’. (Pinho Leal, Augusto Soares de Azevedo Barbosa: Portugal Antigo e Moderno. Lisboa. 1877). Al igual que Lisboa, dos lugares hermosos para vivir disfrutando de la amabilidad de sus habitantes y los prodigios de la naturaleza que se alimentan de la ternura de la poesía portuguesa y del embrujo de la melodía del fado.
El Alma se tiñe del color de tus pensamientos y tú eres el que elige el contenido de tu carácter. Día a día, lo que piensas, lo que eliges y lo que haces, es en lo que te conviertes. Tu integridad es tu destino, es la luz que guía tu camino. Heráclito de Efeso (544 / 484 a.C.)
Es el último viaje del primer año y se adentra un poco más en el sendero del eterno fluir de la nada a la nada, en busca de la paz, la ecuanimidad y el amor que son imprescindibles para su Libertad. Una vez más, con el júbilo en el alma que nace de la fascinación compartida por las “piedras que susurran en los oídos de las almas solitarias”, encuentra la piedra que le regala su latido secreto, un collage cosido con retazos de sabidurías de otros tiempos. La recorren sus manos, la abraza su cuerpo y finalmente, acerca su oído para fundirse en los tiempos que viven en su memoria. Entonces escucha y por fin, comprende…
- No puedes perder otra vida que la que vives, ni serás capaz de vivir otra vida que la que pierdas. Un futuro imprevisible es la regla y sólo puedes esperar algo venturoso si te preocupas exclusivamente de afrontar los desafíos del presente.
- Sólo alcanzarás la serenidad si empeñas el corazón y la mente para escapar de las redes del sufrimiento que tú mismo has cosido.
- Debes cultivar la sencillez para mirar las cosas directamente y sin temor. Para ver cómo eres en realidad, debes abandonar la imagen de lo que piensas que eres o de lo que crees que deberías ser. Para comprenderte, es imprescindible una gran dosis de humildad.
- Puedes alcanzar la paz en cualquier lugar y en cualquier condición, sin necesidad de dogmas, ritos o maestros. Eres completamente responsable de tus actos y sólo tú debes rendir cuentas por lo que haces y por lo que no haces, con independencia de lo que hagan o dejen de hacer los demás.
- El ascetismo, el sometimiento, la mortificación o la negación del yo son prácticas inútiles con las que sólo niegas la realidad y escapas del mundo que te rodea. Nunca te liberarás del sufrimiento si vas en contra de tu propia naturaleza.
- Sólo puedes construir tu armonía si reflexionas y enfrentas las situaciones de la vida de forma honorable, con una actitud humilde y optimista, sin quejas ni críticas absurdas que sólo te paralizan.
- Si te liberas de la ignorancia y el miedo, te alejarás definitivamente del prejuicio, el odio, el rencor, la envidia, la mentira, la ofensa, la manipulación, el pesimismo y la agresividad. Si cultivas el conocimiento y la comprensión, alimentarás tu verdadero poder con la empatía, el perdón, la serenidad, la ecuanimidad, la alegría, la sencillez, la humildad, la generosidad, el optimismo y el Amor Universal.
- Si eres capaz de comprenderte, amarte y respetarte, entonces podrás hacer lo mismo con todos los demás. Porque lo que tú eres, el mundo es.
- Que tus palabras disipen el temor, que tus oídos sean el refugio de la comprensión y que tu abrazo siempre regale ternura y dulzura infinitas. Que tu mirada y tu sonrisa contengan el silencio de la paz, de la alegría, de la aceptación y del Amor Universal.
- No te contentes con una vida opaca y llena de rutinas. Por el contrario, alienta tus sueños y lucha por darle un sentido a tu existencia. No olvides que siempre encontrarás en tu camino lo que llevas latiendo en tu corazón. Kafer khirek, Námaste!
XII /// ESCUCHA EL LATIDO DE LAS PIEDRAS
Jardín de las Tullerías, París / ©2013 Dipah DiDd
Este último viaje a París ha sido el de las estatuas amadas de mi adolescencia. Siempre me gustó dibujar y pintar y de hecho, tuve la suerte de ser el ilustrador de todos mis libros. Entre los 12 y los 15 años, la afición derivó en un aprendizaje más serio y mi tía Chola me regaló un libro de un autor francés con el que ella había estudiado dibujo y pintura. Para dibujar el cuerpo y reflejar las expresiones, el libro incluía unas reproducciones de esculturas que, a fuerza de repetirlas, terminé amando profundamente: El buen Samaritano, la Miseria, Julio César, Alejandro, la caída de Espartaco, Marte, Vesta, Ceres, el Minotauro, Pericles y tantas otras que iluminaban mis tardes, disipando el aburrimiento que me producían la mayoría de las asignaturas del Instituto. Este viernes, saliendo del Louvre, con el aire melancólico que se deshacía en una llovizna fría, me fui a andar por el Jardín de las Tullerías y allí me encontré con Pericles. Una a una, fueron mostrándose nuevamente para renovar el amor por la escultura que nunca he perdido. Cuando la vida se empecina en apasionarte, siempre te sorprende con estos encuentros inesperados que te reconfortan el alma.
Este último latido del año 2013 es una buena oportunidad para incluir algunas de las reflexiones que me generó la lectura del magnífico libro “The top five regrets of the dying” de la australiana Bronnie Ware (Hay House, 2012) que recoge su experiencia durante años al cuidado de enfermos terminales. Mientras leía este libro, resultó inevitable recordar la etapa de mis 19 a los 23 años en los que, junto con mi gran amigo Carlos Rodríguez, leímos profundamente la primera parte de la obra del antropólogo Carlos Castaneda para sumergirnos en el nahualismo mesoamericano. Años de mucho trabajo intelectual para comprender los conceptos más importantes de estos libros, recorriendo las calles de Buenos Aires, después de terminar nuestra jornada en la Facultad de Medicina o en el Hospital de Clínicas de la calle Córdoba. Y luego de mucho batallar, el gran cambio en nuestras vidas cuando comprendimos el concepto del nahualismo sobre “la muerte como aliado del guerrero”: el estar consciente, en cada momento, que la vida tiene un final. Y al contrario de sentirlo como una fuente de temor o de tristeza, emplearlo como un recurso esencial para dotar nuestra vida de sentido y así evitar la pérdida de tiempo, el aburrimiento, la repetición y la excusa paralizante. Bronnie Ware nos muestra en su libro que a la expresión inicial de emociones negativas (miedo, enojo, negación, remordimiento, tristeza) en aquellos pacientes que tenían una esperanza de vida menor de 3 meses, siempre le sucedió la aceptación y una capacidad de crecimiento sorprendente que les permitió morir en paz. En la mayoría de los casos, al analizar sus vidas de manera más armónica y compasiva, afloraban los lamentos por las cosas que podrían haber hecho de forma diferente y los arrepentimientos. Los que merece la pena citar, expuestos en orden de frecuencia, son los siguientes:
El primer día del año siempre es una magnífica oportunidad para poner en práctica algo que siempre explicaba a mis alumnos universitarios en Buenos Aires y que sigo repitiendo como mantra, año tras año, a mis alumnos y pacientes. No es saludable malgastar este día tan importante en el terreno de las ideas que no llevan a ningún lugar, del tipo “este año me apunto al gimnasio” mientras estoy simplemente sentado en el sofá del salón. Por el contrario, en los días previos podemos reflexionar sobre lo que consideramos imprescindible y motivador para nuestro año que comienza y elaborar una lista. De esta manera, el 1 de enero, aunque sea durante algunos minutos, tendremos la posibilidad de ponernos en marcha haciendo un poco de lo que deseamos para el resto del año. Hoy en la mañana, hablaba con un amigo que en su lista incluirá “el camino de Santiago a Finisterre” y le explicaba que se busque alguno de los lugares tan hermosos que nos brinda la naturaleza en nuestra tierra cartagenera y que se vaya a andar media hora. Y si la música está en su lista, se guarda en mp3 las canciones que le emocionen y con un par de cascos, el primer día del año pondrá su energía en movimiento hacia el camino de Santiago, disfrutando de buena música, recorriendo alguno de los maravillosos paisajes de Cartagena. Habitualmente nos equivocamos al considerar que la felicidad depende tan sólo de factores externos y que es tan esquiva porque su construcción es muy compleja. Para desmontar estos tópicos siempre son buenas las valoraciones estadísticas: en el informe de la OCDE publicado en noviembre de 2013 se indica que el factor económico no es tan determinante en el consumo de antidepresivos si se tiene en cuenta que en países como Alemania, menos afectados por la crisis y con una recuperación mucho más rápida, se registró un aumento del 46% en el consumo de antidepresivos entre los años 2007 y 2011. Si nos detenemos a considerar el concepto de “la muerte como aliado del guerrero”, tendremos una oportunidad para realizar los cambios y las elecciones que necesitamos para ser felices. También podremos contribuir con nuestro grano de arena para frenar el aumento sostenido y llamativo del consumo de ansiolíticos e hipnóticos y quizás logremos que se incumpla o se retrase la predicción de la OMS que alerta que los trastornos de ansiedad y la depresión serán la primera causa de enfermedad en el mundo desarrollado, en el año 2020. Aunque estas últimas son sólo conjeturas, lo real es que si consideramos “a la muerte como aliada del guerrero”, este primer día del año 2014 será una fantástica oportunidad para poner en marcha nuestra energía y seguramente, no nos arrepentiremos de tantas cosas cuando tengamos que partir y lo haremos con una sonrisa en los labios. Que el próximo año os regale todos los días un desafío, una oportunidad o simplemente una excusa, para disfrutar plenamente de vuestras vidas. Kafer khirek, Námaste!
Para finalizar, un párrafo de la obra de Carlos Castaneda: "Solemos hablarnos incesantemente a nosotros mismos acerca de nuestro mundo. De hecho, mantenemos nuestro mundo con nuestro diálogo interno. Y cuando dejamos de hablarnos sobre nosotros mismos y nuestro mundo, el mundo es siempre como debería ser. Con nuestro diálogo interno lo renovamos, lo encendemos, lo sostenemos. No sólo eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos. De ahí que repitamos las mismas elecciones una y otra vez hasta el día en el que morimos, porque continuamos repitiendo el mismo diálogo interno una y otra vez hasta el preciso momento de la muerte. Un guerrero es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno. El espíritu de un guerrero no está hecho a la sumisión y a la queja, ni está hecho a ganar o perder. Por lo tanto, elige un camino con corazón, cualquier camino con corazón, y lo sigue, y luego se regocija y ríe. Sabe, porque ve a la Muerte como su aliado, que su vida se acabará demasiado pronto. Sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás". Carlos Castaneda: Una realidad aparte. Editorial Fondo de Cultura Económica, México. 1971.
Jardín de las Tullerías, París / ©2013 Dipah DiDd
Este último viaje a París ha sido el de las estatuas amadas de mi adolescencia. Siempre me gustó dibujar y pintar y de hecho, tuve la suerte de ser el ilustrador de todos mis libros. Entre los 12 y los 15 años, la afición derivó en un aprendizaje más serio y mi tía Chola me regaló un libro de un autor francés con el que ella había estudiado dibujo y pintura. Para dibujar el cuerpo y reflejar las expresiones, el libro incluía unas reproducciones de esculturas que, a fuerza de repetirlas, terminé amando profundamente: El buen Samaritano, la Miseria, Julio César, Alejandro, la caída de Espartaco, Marte, Vesta, Ceres, el Minotauro, Pericles y tantas otras que iluminaban mis tardes, disipando el aburrimiento que me producían la mayoría de las asignaturas del Instituto. Este viernes, saliendo del Louvre, con el aire melancólico que se deshacía en una llovizna fría, me fui a andar por el Jardín de las Tullerías y allí me encontré con Pericles. Una a una, fueron mostrándose nuevamente para renovar el amor por la escultura que nunca he perdido. Cuando la vida se empecina en apasionarte, siempre te sorprende con estos encuentros inesperados que te reconfortan el alma.
Este último latido del año 2013 es una buena oportunidad para incluir algunas de las reflexiones que me generó la lectura del magnífico libro “The top five regrets of the dying” de la australiana Bronnie Ware (Hay House, 2012) que recoge su experiencia durante años al cuidado de enfermos terminales. Mientras leía este libro, resultó inevitable recordar la etapa de mis 19 a los 23 años en los que, junto con mi gran amigo Carlos Rodríguez, leímos profundamente la primera parte de la obra del antropólogo Carlos Castaneda para sumergirnos en el nahualismo mesoamericano. Años de mucho trabajo intelectual para comprender los conceptos más importantes de estos libros, recorriendo las calles de Buenos Aires, después de terminar nuestra jornada en la Facultad de Medicina o en el Hospital de Clínicas de la calle Córdoba. Y luego de mucho batallar, el gran cambio en nuestras vidas cuando comprendimos el concepto del nahualismo sobre “la muerte como aliado del guerrero”: el estar consciente, en cada momento, que la vida tiene un final. Y al contrario de sentirlo como una fuente de temor o de tristeza, emplearlo como un recurso esencial para dotar nuestra vida de sentido y así evitar la pérdida de tiempo, el aburrimiento, la repetición y la excusa paralizante. Bronnie Ware nos muestra en su libro que a la expresión inicial de emociones negativas (miedo, enojo, negación, remordimiento, tristeza) en aquellos pacientes que tenían una esperanza de vida menor de 3 meses, siempre le sucedió la aceptación y una capacidad de crecimiento sorprendente que les permitió morir en paz. En la mayoría de los casos, al analizar sus vidas de manera más armónica y compasiva, afloraban los lamentos por las cosas que podrían haber hecho de forma diferente y los arrepentimientos. Los que merece la pena citar, expuestos en orden de frecuencia, son los siguientes:
- “Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí”: Éste, que ha sido el lamento más frecuente, habla de nuestra incapacidad para diseñar y crear la vida que deseamos, alimentando nuestros sueños y llevándolos al plano de la realidad. Nuestra capacidad creativa depende de nuestro empoderamiento, de la confianza que tenemos en nuestro talento y siempre la perdemos cuando entregamos el poder creativo a otros, para que nos digan lo que debemos hacer o lo que esperan que hagamos; o cuando malgastamos este poder cayendo frecuentemente en el territorio de las emociones negativas. Si las líneas maestras de la vida que creamos se basan en el miedo o la ignorancia –que son el verdadero origen de las emociones negativas- el dibujo siempre estará alejado de la vida llena de sentido que soñamos y nuestro día a día nunca alimentará nuestra pasión de vivir.
- “Ojalá no hubiera trabajado tan duro”: Los lamentos relacionados con el trabajo son variados. En primer lugar, el exceso de trabajo que nos lleva a perder nuestra armonía y la actitud optimista para enfrentar la vida o nos obliga a postergar cotidianamente los vínculos que nos unen a los demás -familiares, pareja, hijos y amigos- hasta que se marchitan definitivamente. En segundo lugar, el trabajo como causa habitual para postergar aquello que deseamos y necesitamos disfrutar –desde un buen libro hasta un paseo- simplemente porque es más importante el cumplir con los objetivos que nos han fijado o que nosotros, repitiéndolos hasta el hartazgo para convencernos, nos fijamos. Finalmente, el trabajo es una fuente importante de desgaste cuando no nos apasiona ni impulsa nuestro crecimiento. En este contexto, el lamento refleja el tiempo que sentimos que hemos perdido al realizarlo sin otro beneficio que el de ganar dinero.
- “Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos”: La falta de motivación, la pobreza emocional, la pena, el pesimismo y la frustración, son el precio que pagamos por no expresar nuestros sentimientos. A veces porque consideramos que no seremos capaces de afrontar las situaciones, otras por lo que van a pensar de nosotros o por la reacción de los demás, el resultado siempre es el dolor emocional profundo ya que sentimos que estamos perdiendo el control de nuestras vidas y, definitivamente, la posibilidad de cumplir nuestros sueños. Cada idea, sentimiento y emoción que nace de nosotros es tan válido como el de los demás. Respetarlo y alimentarlo es el mejor atajo para desarrollar una vida llena de sentido.
- “Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos”: Hace más de dos mil años, Confucio enseñaba a sus alumnos que siempre debemos cultivar los tres amigos que nos purifican y nos elevan el tono vital: el amigo sincero y veraz, el amigo recto y honrado y el amigo con amplios conocimientos. Todos aquellos que por razones de falta de tiempo han alejado de su camino a estos amigos, al igual que aquellos que sólo han cultivado a los amigos que nos desgastan y empequeñecen - el amigo adulador, el amigo falso y el amigo locuaz-, sufren en los últimos momentos de su vida ya que los sentimientos sinceros y las relaciones de calidad representan lo que más se valora en esa etapa.
- “Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz”. La felicidad no es algo que nos es dado, depende exclusivamente de nosotros mismos y en la receta para prepararla siempre debemos contar con una actitud optimista, una mente abierta, una expresión armónica de nuestras emociones y la valentía para fluir en el camino que nos lleva a la creatividad y la pasión. Podemos compartir nuestra felicidad con todos aquellos que deseamos pero nadie podrá despertarnos un estado permanente de felicidad ya que sólo nosotros tenemos ese poder.
El primer día del año siempre es una magnífica oportunidad para poner en práctica algo que siempre explicaba a mis alumnos universitarios en Buenos Aires y que sigo repitiendo como mantra, año tras año, a mis alumnos y pacientes. No es saludable malgastar este día tan importante en el terreno de las ideas que no llevan a ningún lugar, del tipo “este año me apunto al gimnasio” mientras estoy simplemente sentado en el sofá del salón. Por el contrario, en los días previos podemos reflexionar sobre lo que consideramos imprescindible y motivador para nuestro año que comienza y elaborar una lista. De esta manera, el 1 de enero, aunque sea durante algunos minutos, tendremos la posibilidad de ponernos en marcha haciendo un poco de lo que deseamos para el resto del año. Hoy en la mañana, hablaba con un amigo que en su lista incluirá “el camino de Santiago a Finisterre” y le explicaba que se busque alguno de los lugares tan hermosos que nos brinda la naturaleza en nuestra tierra cartagenera y que se vaya a andar media hora. Y si la música está en su lista, se guarda en mp3 las canciones que le emocionen y con un par de cascos, el primer día del año pondrá su energía en movimiento hacia el camino de Santiago, disfrutando de buena música, recorriendo alguno de los maravillosos paisajes de Cartagena. Habitualmente nos equivocamos al considerar que la felicidad depende tan sólo de factores externos y que es tan esquiva porque su construcción es muy compleja. Para desmontar estos tópicos siempre son buenas las valoraciones estadísticas: en el informe de la OCDE publicado en noviembre de 2013 se indica que el factor económico no es tan determinante en el consumo de antidepresivos si se tiene en cuenta que en países como Alemania, menos afectados por la crisis y con una recuperación mucho más rápida, se registró un aumento del 46% en el consumo de antidepresivos entre los años 2007 y 2011. Si nos detenemos a considerar el concepto de “la muerte como aliado del guerrero”, tendremos una oportunidad para realizar los cambios y las elecciones que necesitamos para ser felices. También podremos contribuir con nuestro grano de arena para frenar el aumento sostenido y llamativo del consumo de ansiolíticos e hipnóticos y quizás logremos que se incumpla o se retrase la predicción de la OMS que alerta que los trastornos de ansiedad y la depresión serán la primera causa de enfermedad en el mundo desarrollado, en el año 2020. Aunque estas últimas son sólo conjeturas, lo real es que si consideramos “a la muerte como aliada del guerrero”, este primer día del año 2014 será una fantástica oportunidad para poner en marcha nuestra energía y seguramente, no nos arrepentiremos de tantas cosas cuando tengamos que partir y lo haremos con una sonrisa en los labios. Que el próximo año os regale todos los días un desafío, una oportunidad o simplemente una excusa, para disfrutar plenamente de vuestras vidas. Kafer khirek, Námaste!
Para finalizar, un párrafo de la obra de Carlos Castaneda: "Solemos hablarnos incesantemente a nosotros mismos acerca de nuestro mundo. De hecho, mantenemos nuestro mundo con nuestro diálogo interno. Y cuando dejamos de hablarnos sobre nosotros mismos y nuestro mundo, el mundo es siempre como debería ser. Con nuestro diálogo interno lo renovamos, lo encendemos, lo sostenemos. No sólo eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos. De ahí que repitamos las mismas elecciones una y otra vez hasta el día en el que morimos, porque continuamos repitiendo el mismo diálogo interno una y otra vez hasta el preciso momento de la muerte. Un guerrero es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno. El espíritu de un guerrero no está hecho a la sumisión y a la queja, ni está hecho a ganar o perder. Por lo tanto, elige un camino con corazón, cualquier camino con corazón, y lo sigue, y luego se regocija y ríe. Sabe, porque ve a la Muerte como su aliado, que su vida se acabará demasiado pronto. Sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás". Carlos Castaneda: Una realidad aparte. Editorial Fondo de Cultura Económica, México. 1971.