CON TODOS ESTOS / INTRODUCCIÓN ©2013 Dipah DiDd
Todo comenzó una noche, en la tierra crepuscular que a veces te espera cuando te desvaneces de un sueño. Un recuerdo tan real me llevó a otros tiempos en los que mi pasión tenía la misión de impulsar lo que la vida se empeñaba en entorpecer y detener, cuando el futuro se veía a lo lejos y todo parecía posible. Quizás fue en aquellos días cuando se decidió mi destino: el placer mental al contemplar la geometría de la vida y la necesidad de saber fueron unas de mis primeras emociones genuinas.
No soy capaz de precisar el momento en el que el olvido se convirtió en el sortilegio para deshacer mis pasos y mantenerme sumido en el tedio, siempre en el mismo sitio, observando en condición de espectador indolente, la manera en la que se repetía mi vida con un ritmo monótono, día tras día. Sin embargo, y a pesar del entusiasmo, una voz me decía que el presente es como un punto muerto del que ya no se regresa, que toda tentativa esconde el engaño de volver a los recuerdos de la infancia y la juventud que se guardan edulcorados en nuestra memoria como una réplica de mala calidad del paraíso. Con el paso de los años, uno se atreve a cualquier cosa y soy consciente de la sombra de sospecha que Freud dejó caer sobre los sueños: siempre encierran alguna verdad. Decidí seguir adelante y a partir de esa noche, cada vez que sueño, me siento como el sobreviviente que vuelve al lugar del crimen. Entonces recorro el páramo en ruinas donde encuentro a todos estos fantasmas que se refugian al amparo de los muros descoloridos, las columnas y los recovecos que forman el escenario de mi mente. El tiempo nunca es suficiente para expulsar ciertos fantasmas y a lo sumo, sólo nos regala una nostalgia sorda o una sensación de vacío. Es hora de volver a su encuentro y concederme el placer de grabar recuerdos, dudas, encuentros y desencuentros con todos estos, para encajar simplemente el pasado en el presente y aceptar el desafío continuo y fascinante de disfrutar la vida para transformar algunos de sus momentos en eternos.
Ahora siento la necesidad de dialogar conmigo mismo para recuperar de la memoria aquellas batallas de las que he sido, con frecuencia, su promotor más despiadado. Creo que nunca me hubiera enfrentado a mis vacilaciones a la hora de escribir sin el acicate de estos fantasmas. Pensaba escribir sobre mis temores y en cambio estoy celebrando mi valentía. Cuando estamos equilibrados, la valentía no es nada más que nuestra capacidad para superar el miedo a los desafíos. Sé que encontraré las palabras para alimentar la esperanza de seguir mi camino, despidiéndome de este lugar polvoriento donde se acumulan el tedio y el olvido.
Todo comenzó una noche, en la tierra crepuscular que a veces te espera cuando te desvaneces de un sueño. Un recuerdo tan real me llevó a otros tiempos en los que mi pasión tenía la misión de impulsar lo que la vida se empeñaba en entorpecer y detener, cuando el futuro se veía a lo lejos y todo parecía posible. Quizás fue en aquellos días cuando se decidió mi destino: el placer mental al contemplar la geometría de la vida y la necesidad de saber fueron unas de mis primeras emociones genuinas.
No soy capaz de precisar el momento en el que el olvido se convirtió en el sortilegio para deshacer mis pasos y mantenerme sumido en el tedio, siempre en el mismo sitio, observando en condición de espectador indolente, la manera en la que se repetía mi vida con un ritmo monótono, día tras día. Sin embargo, y a pesar del entusiasmo, una voz me decía que el presente es como un punto muerto del que ya no se regresa, que toda tentativa esconde el engaño de volver a los recuerdos de la infancia y la juventud que se guardan edulcorados en nuestra memoria como una réplica de mala calidad del paraíso. Con el paso de los años, uno se atreve a cualquier cosa y soy consciente de la sombra de sospecha que Freud dejó caer sobre los sueños: siempre encierran alguna verdad. Decidí seguir adelante y a partir de esa noche, cada vez que sueño, me siento como el sobreviviente que vuelve al lugar del crimen. Entonces recorro el páramo en ruinas donde encuentro a todos estos fantasmas que se refugian al amparo de los muros descoloridos, las columnas y los recovecos que forman el escenario de mi mente. El tiempo nunca es suficiente para expulsar ciertos fantasmas y a lo sumo, sólo nos regala una nostalgia sorda o una sensación de vacío. Es hora de volver a su encuentro y concederme el placer de grabar recuerdos, dudas, encuentros y desencuentros con todos estos, para encajar simplemente el pasado en el presente y aceptar el desafío continuo y fascinante de disfrutar la vida para transformar algunos de sus momentos en eternos.
Ahora siento la necesidad de dialogar conmigo mismo para recuperar de la memoria aquellas batallas de las que he sido, con frecuencia, su promotor más despiadado. Creo que nunca me hubiera enfrentado a mis vacilaciones a la hora de escribir sin el acicate de estos fantasmas. Pensaba escribir sobre mis temores y en cambio estoy celebrando mi valentía. Cuando estamos equilibrados, la valentía no es nada más que nuestra capacidad para superar el miedo a los desafíos. Sé que encontraré las palabras para alimentar la esperanza de seguir mi camino, despidiéndome de este lugar polvoriento donde se acumulan el tedio y el olvido.
FOMO & JOMO / ©2013 Dipah DiDd
El mundo digital en el que vivimos, lleva a muchas personas a desear estar pendientes siempre de todo lo que ocurre en la red y les genera un miedo a la desconexión (FOMO / Fear of Missing Out). La facilidad que tenemos para estar siempre conectados nos expone al FOMO ya que compartimos muchas de las facetas de nuestra vida en la red. Ya estamos experimentando una vida totalmente digital, que transcurre de una pantalla a otra: un estilo de vida cuyo eje es el teléfono móvil y que, a partir de la próxima generación 4G, nos permitirá conectarnos aún más y de manera mucho más rápida. En diversos estudios internacionales se comprobó que el número de personas que tienen la sensación de estar perdiéndose algo y que sienten que su vida es mucho menos interesante que la de sus conocidos va en aumento. Este nuevo elemento de agobio puede arruinar los buenos momentos de la vida de los que sufren FOMO cuando comprueban que alguno de sus amigos de la red social se lo está pasando fenomenal con algo que ellos desconocían. El FOMO es un miedo social que siempre ha existido: el miedo a la exclusión, el saber que tus conocidos o amigos comparten una actividad o tienen algo mejor que tú. Sin embargo, gracias a los smartphones y a la ubicuidad e instantaneidad de las redes sociales, ese miedo se ha convertido en un acompañante habitual de muchas personas. Creyendo que lo que hace o su vida, es menos interesante que la de la gente que observa, la persona que sufre FOMO se agobia por ello y no disfruta con lo que elige o con las decisiones que toma, al sentir que “lo que hacen o eligen los demás” puede ser mejor y lo siente como una oportunidad que ha perdido. La persona que sufre FOMO es muy vulnerable, porque habrá quien se aproveche de su ansiedad, manipulándole o dándole respuestas a necesidades que no tiene (y llenándose los bolsillos a su costa, en muchos casos). Un gran trabajo publicado en el año 2013 por la Universidad de California, comprobó que las personas menores de 30 años fueron más afectadas que otros por el FOMO ya que este grupo considera a los medios sociales como una herramienta importante para ellos y es más dependiente de las redes sociales como parte de su desarrollo social. La investigación también reveló que si la gente tenía "necesidades psicológicas privadas" eran más propensas a la dependencia a las redes sociales, lo que explica por qué estas personas empleaban estas redes más que otros medios de comunicación. Para evaluar el efecto que tiene el FOMO en la vida de las personas, los investigadores comprobaron que aquellos con un alto nivel de temor a la pérdida, son más propensos a ceder a la tentación de componer y revisar los mensajes de texto y correos electrónicos mientras conducen, también son más propensos a estar distraídos por las redes sociales durante las clases de la universidad y tenían más sentimientos encontrados acerca de su uso de las redes sociales. Puedes contestar el test para evaluar tu relación con el FOMO en www.ratemyfomo.com.
Con el flujo actual de información, es prácticamente imposible estar siempre conectados para enterarnos de cada cosa interesante o relevante que ocurra e intentarlo es una fuente muy eficaz para alimentar nuestro estrés. Como un mecanismo defensivo y saludable, muchas veces necesitamos disfrutar del placer de no estar conectados (Joy of Missing Out / JOMO). Un estudio reciente realizado por Pew Research Center’s Internet & American Life Project afirma que el 61% de los usuarios de Facebook reconoce haberse tomado unas vacaciones voluntarias de la red social debido a la sobreinformación. Al practicar el JOMO, decidimos activamente olvidarnos de nuestros múltiples dispositivos digitales para mantenernos alejados del diluvio de información en internet. El JOMO elimina la ansiedad y fomenta la tranquilidad para que las personas puedan centrarse en lo que más les importa. Este es el objetivo del juego del Phone Stack en el que se amontonan los móviles sobre la mesa del restaurante para disfrutar de la compañía de los acompañantes. En este caso, si un comensal decide coger el móvil, entonces tendrá que pagar el total de la cuenta. Actualmente, diversas marcas aprovechan el JOMO en su estrategia publicitaria: Kit Kat lanzó recientemente espacios sin WiFi y Vodafone recuerda en una publicidad que hay momentos en los que es mejor apagar el móvil para disfrutar de la vida.
Como siempre, los avances tecnológicos son maravillosos cuando se transforman en herramientas que nos ayudan a explorar, aprender, crear y conectar. Sin embargo, también son recursos muy eficaces para mantenernos en un bucle ficticio a manos del temor o del agobio, si no somos capaces de afrontar con valentía nuestras limitaciones. El JOMO nos regala la posibilidad de cambiar de contexto y recuperar energía para explorar y encontrar nuevas fuentes de inspiración. Nada es enteramente blanco ni completamente negro, Pantone siempre nos recuerda la gran cantidad de tonalidades diferentes de gris que hay entre ellos.
El mundo digital en el que vivimos, lleva a muchas personas a desear estar pendientes siempre de todo lo que ocurre en la red y les genera un miedo a la desconexión (FOMO / Fear of Missing Out). La facilidad que tenemos para estar siempre conectados nos expone al FOMO ya que compartimos muchas de las facetas de nuestra vida en la red. Ya estamos experimentando una vida totalmente digital, que transcurre de una pantalla a otra: un estilo de vida cuyo eje es el teléfono móvil y que, a partir de la próxima generación 4G, nos permitirá conectarnos aún más y de manera mucho más rápida. En diversos estudios internacionales se comprobó que el número de personas que tienen la sensación de estar perdiéndose algo y que sienten que su vida es mucho menos interesante que la de sus conocidos va en aumento. Este nuevo elemento de agobio puede arruinar los buenos momentos de la vida de los que sufren FOMO cuando comprueban que alguno de sus amigos de la red social se lo está pasando fenomenal con algo que ellos desconocían. El FOMO es un miedo social que siempre ha existido: el miedo a la exclusión, el saber que tus conocidos o amigos comparten una actividad o tienen algo mejor que tú. Sin embargo, gracias a los smartphones y a la ubicuidad e instantaneidad de las redes sociales, ese miedo se ha convertido en un acompañante habitual de muchas personas. Creyendo que lo que hace o su vida, es menos interesante que la de la gente que observa, la persona que sufre FOMO se agobia por ello y no disfruta con lo que elige o con las decisiones que toma, al sentir que “lo que hacen o eligen los demás” puede ser mejor y lo siente como una oportunidad que ha perdido. La persona que sufre FOMO es muy vulnerable, porque habrá quien se aproveche de su ansiedad, manipulándole o dándole respuestas a necesidades que no tiene (y llenándose los bolsillos a su costa, en muchos casos). Un gran trabajo publicado en el año 2013 por la Universidad de California, comprobó que las personas menores de 30 años fueron más afectadas que otros por el FOMO ya que este grupo considera a los medios sociales como una herramienta importante para ellos y es más dependiente de las redes sociales como parte de su desarrollo social. La investigación también reveló que si la gente tenía "necesidades psicológicas privadas" eran más propensas a la dependencia a las redes sociales, lo que explica por qué estas personas empleaban estas redes más que otros medios de comunicación. Para evaluar el efecto que tiene el FOMO en la vida de las personas, los investigadores comprobaron que aquellos con un alto nivel de temor a la pérdida, son más propensos a ceder a la tentación de componer y revisar los mensajes de texto y correos electrónicos mientras conducen, también son más propensos a estar distraídos por las redes sociales durante las clases de la universidad y tenían más sentimientos encontrados acerca de su uso de las redes sociales. Puedes contestar el test para evaluar tu relación con el FOMO en www.ratemyfomo.com.
Con el flujo actual de información, es prácticamente imposible estar siempre conectados para enterarnos de cada cosa interesante o relevante que ocurra e intentarlo es una fuente muy eficaz para alimentar nuestro estrés. Como un mecanismo defensivo y saludable, muchas veces necesitamos disfrutar del placer de no estar conectados (Joy of Missing Out / JOMO). Un estudio reciente realizado por Pew Research Center’s Internet & American Life Project afirma que el 61% de los usuarios de Facebook reconoce haberse tomado unas vacaciones voluntarias de la red social debido a la sobreinformación. Al practicar el JOMO, decidimos activamente olvidarnos de nuestros múltiples dispositivos digitales para mantenernos alejados del diluvio de información en internet. El JOMO elimina la ansiedad y fomenta la tranquilidad para que las personas puedan centrarse en lo que más les importa. Este es el objetivo del juego del Phone Stack en el que se amontonan los móviles sobre la mesa del restaurante para disfrutar de la compañía de los acompañantes. En este caso, si un comensal decide coger el móvil, entonces tendrá que pagar el total de la cuenta. Actualmente, diversas marcas aprovechan el JOMO en su estrategia publicitaria: Kit Kat lanzó recientemente espacios sin WiFi y Vodafone recuerda en una publicidad que hay momentos en los que es mejor apagar el móvil para disfrutar de la vida.
Como siempre, los avances tecnológicos son maravillosos cuando se transforman en herramientas que nos ayudan a explorar, aprender, crear y conectar. Sin embargo, también son recursos muy eficaces para mantenernos en un bucle ficticio a manos del temor o del agobio, si no somos capaces de afrontar con valentía nuestras limitaciones. El JOMO nos regala la posibilidad de cambiar de contexto y recuperar energía para explorar y encontrar nuevas fuentes de inspiración. Nada es enteramente blanco ni completamente negro, Pantone siempre nos recuerda la gran cantidad de tonalidades diferentes de gris que hay entre ellos.
EL
GRAN MARITO / ©2013 Dipah DiDd
Aprovecho que en Argentina se festeja el día del padre para compartir tres historias de mi papá, el gran Marito. Hace 4 años murió el gran Amor de su vida, la Tota y tuvo a la mano todas las papeletas para abandonarse a la pena. Aunque sus conocimientos de cocina no eran suficientes ni para preparar un huevo frito, nunca tuvo amenaza de inanición ya que tenía más invitaciones para comer y cenar en casa de familiares y amigos que días tiene el año. Sin embargo, decidió reinventarse como “Marito el cocinitas”, practicando las recetas que vio cocinar durante tantos años a mi madre y comprando unos cuantos libros para aprender. Y ahora, en cada reunión familiar, lleva el mismo plato que preparaba mi madre, una forma de mantener vivo todo el amor que ella ponía al cocinar cada uno de sus manjares.
Hace un año, con 81 tacos bien puestos, mi hermana le regaló un viaje para que nos visitara un par de semanas en Cartagena. Cada mañana, compartíamos el placer de desayunar viendo la prensa y ya se iba de recorrida por la ciudad hasta la hora que terminaba mi consulta cuando regresaba a la hora de la comida. Jamás se aburría, nunca se quejaba y siempre volvía con una sonrisa y algo para contar: un lugar o una historia que le habían sorprendido. Al día siguiente de coger el avión de regreso a Buenos Aires, varias personas que no conozco me pararon por la calle para preguntarme si mi padre había viajado bien de vuelta a su tierra. Le hablé por teléfono para transmitirle todos los saludos y el cariño de aquellos que yo ni conocía y me quedé sorprendido cuando me contó la historia de cada una de esas personas. Marito no sólo recorrió nuestra Cartagena, también compartió parte de su corazón con aquellos que encontró en su camino.
Cuando no salía a andar, alimentaba su otra gran pasión que es la de leer incansablemente, todo lo que pilla. Por lo tanto, recorría mi biblioteca para empaparse de la historia de nuestra ciudad. Mis grandes amigos que trabajan en Cartagena Puerto de Culturas y en los museos Arqueológico y Arqva, tuvieron la amabilidad de acompañarlo en las visitas guiadas y todos se sintieron halagados de que un visitante se interesara y preguntara tanto sobre el maravilloso patrimonio cultural de nuestra ciudad. Marito no sólo recorrió Cartagena, también aprovechó para apasionarse con su historia trimilenaria.
Siempre hay una nota sana de rebeldía frente a la autoridad de nuestros padres, en algún punto de nuestra vida ya que ninguno de nosotros coincide completamente con ellos y eso es bueno ya que nos permite trascender las diferencias para reafirmar nuestra personalidad y comprender que si somos capaces de superarlas, entonces es cuando nos enriquecemos y el amor vive por siempre. Con mi mamá tuve el honor de compartir un tiempo, antes de su muerte, en el que nos comunicamos profundamente para hacer un balance de su vida. Con mi papá tuve la suerte de compartir un tiempo esencial para comprobar su apuesta para seguir viviendo cuando vino por primera vez a Cartagena, luego de la muerte de mi madre. Desde hace muchos años que repito que todo lo bueno que tengo como persona lo aprendí disfrutando el trato con los demás y no en algún curso, seminario, taller o la universidad. En realidad, una grandísima parte la adquirí viendo a mi padre y mi madre hacer solidaridad, altruismo, humildad, empatía, ternura, comprensión, armonía, respeto y mucho amor. Cuando veo a mis hijos poner en práctica estos valores, sé que en parte honran el ejemplo de sus abuelos y que los llevan en su corazón. Muchas gracias por todo, que tengas un feliz día papá, te quiero mucho.
Aprovecho que en Argentina se festeja el día del padre para compartir tres historias de mi papá, el gran Marito. Hace 4 años murió el gran Amor de su vida, la Tota y tuvo a la mano todas las papeletas para abandonarse a la pena. Aunque sus conocimientos de cocina no eran suficientes ni para preparar un huevo frito, nunca tuvo amenaza de inanición ya que tenía más invitaciones para comer y cenar en casa de familiares y amigos que días tiene el año. Sin embargo, decidió reinventarse como “Marito el cocinitas”, practicando las recetas que vio cocinar durante tantos años a mi madre y comprando unos cuantos libros para aprender. Y ahora, en cada reunión familiar, lleva el mismo plato que preparaba mi madre, una forma de mantener vivo todo el amor que ella ponía al cocinar cada uno de sus manjares.
Hace un año, con 81 tacos bien puestos, mi hermana le regaló un viaje para que nos visitara un par de semanas en Cartagena. Cada mañana, compartíamos el placer de desayunar viendo la prensa y ya se iba de recorrida por la ciudad hasta la hora que terminaba mi consulta cuando regresaba a la hora de la comida. Jamás se aburría, nunca se quejaba y siempre volvía con una sonrisa y algo para contar: un lugar o una historia que le habían sorprendido. Al día siguiente de coger el avión de regreso a Buenos Aires, varias personas que no conozco me pararon por la calle para preguntarme si mi padre había viajado bien de vuelta a su tierra. Le hablé por teléfono para transmitirle todos los saludos y el cariño de aquellos que yo ni conocía y me quedé sorprendido cuando me contó la historia de cada una de esas personas. Marito no sólo recorrió nuestra Cartagena, también compartió parte de su corazón con aquellos que encontró en su camino.
Cuando no salía a andar, alimentaba su otra gran pasión que es la de leer incansablemente, todo lo que pilla. Por lo tanto, recorría mi biblioteca para empaparse de la historia de nuestra ciudad. Mis grandes amigos que trabajan en Cartagena Puerto de Culturas y en los museos Arqueológico y Arqva, tuvieron la amabilidad de acompañarlo en las visitas guiadas y todos se sintieron halagados de que un visitante se interesara y preguntara tanto sobre el maravilloso patrimonio cultural de nuestra ciudad. Marito no sólo recorrió Cartagena, también aprovechó para apasionarse con su historia trimilenaria.
Siempre hay una nota sana de rebeldía frente a la autoridad de nuestros padres, en algún punto de nuestra vida ya que ninguno de nosotros coincide completamente con ellos y eso es bueno ya que nos permite trascender las diferencias para reafirmar nuestra personalidad y comprender que si somos capaces de superarlas, entonces es cuando nos enriquecemos y el amor vive por siempre. Con mi mamá tuve el honor de compartir un tiempo, antes de su muerte, en el que nos comunicamos profundamente para hacer un balance de su vida. Con mi papá tuve la suerte de compartir un tiempo esencial para comprobar su apuesta para seguir viviendo cuando vino por primera vez a Cartagena, luego de la muerte de mi madre. Desde hace muchos años que repito que todo lo bueno que tengo como persona lo aprendí disfrutando el trato con los demás y no en algún curso, seminario, taller o la universidad. En realidad, una grandísima parte la adquirí viendo a mi padre y mi madre hacer solidaridad, altruismo, humildad, empatía, ternura, comprensión, armonía, respeto y mucho amor. Cuando veo a mis hijos poner en práctica estos valores, sé que en parte honran el ejemplo de sus abuelos y que los llevan en su corazón. Muchas gracias por todo, que tengas un feliz día papá, te quiero mucho.
REVISITANDO A COELHO / ©2013 Dipah DiDd
Fin de semana de contenidos y diseño, anclado al ordenador, en este pequeño descanso me he tomado la libertad de recrear el texto de Paulo Coelho "El guerrero y su mundo" que se publicó hoy en el Semanal. Seguramente más basto, pero el arte siempre se transforma en cada uno de nosotros cuando lo hacemos nuestro. Que lo disfruten. Námaste!
Siempre tenemos la oportunidad de impulsarnos cuando vemos la vida con la mirada del niño que una vez fuimos y si somos capaces de buscar, día tras día, con el prisma de la inocencia y la alegría, siempre llegamos a nuestro destino. Gracias a esta actitud, nuestras búsquedas son fluidas, espontáneas, divertidas y un poco irreverentes pero no constituyen un problema sino que, por el contrario, son el bálsamo para salvaguardarnos de la solemnidad, el autoritarismo y la impostura de aquellos que se creen dueños del conocimiento y simplemente califican a todo aquello que escapa de su control como una tontería.
El mundo que nos rodea, siempre impresiona con su bucle de infelicidad, violencia, injusticia y sufrimiento que somete a una gran parte de la humanidad. A veces, estamos tentados a malgastar nuestra energía ocultándonos tras la coraza del cinismo, la de la soledad, la de la culpa o la del victimismo. Sin embargo, si en lugar de desviar la mirada para protegernos, nos alentamos en la compasión y la humildad, nuestra confianza será la que transforme estos venenos del alma en agua cristalina.
Todos nacemos sin saber cómo manejar nuestra vida y en nuestra primera oportunidad siempre erramos constantemente mientras aprendemos a conocernos a nosotros mismos. Sin embargo, si no nos gana la culpa o el rencor, uno de sus peores esbirros, vamos descubriendo en nuestros sueños, lecturas, aficiones, intereses y reflexiones que hay una segunda oportunidad para crear la vida que necesitamos y queremos vivir. Y además, gracias a nuestra empatía, se enriquecen nuestras posibilidades cuando somos capaces de coger pistas de todas aquellas personas sinceras con las que nos cruzamos en el camino. Si a pesar de los años somos capaces de mantener la inocencia y la alegría de la mirada de un niño, al cabo de un tiempo nuestros sueños nos mantendrán a salvo de la rutina y sentiremos que estamos listos para que nuestra segunda oportunidad sea la luz que nos ilumine cada día. Entonces, llegados a este punto ya sabremos que sólo necesitamos un poco de osadía para aprovecharla y transformar definitivamente nuestra vida.
Fin de semana de contenidos y diseño, anclado al ordenador, en este pequeño descanso me he tomado la libertad de recrear el texto de Paulo Coelho "El guerrero y su mundo" que se publicó hoy en el Semanal. Seguramente más basto, pero el arte siempre se transforma en cada uno de nosotros cuando lo hacemos nuestro. Que lo disfruten. Námaste!
Siempre tenemos la oportunidad de impulsarnos cuando vemos la vida con la mirada del niño que una vez fuimos y si somos capaces de buscar, día tras día, con el prisma de la inocencia y la alegría, siempre llegamos a nuestro destino. Gracias a esta actitud, nuestras búsquedas son fluidas, espontáneas, divertidas y un poco irreverentes pero no constituyen un problema sino que, por el contrario, son el bálsamo para salvaguardarnos de la solemnidad, el autoritarismo y la impostura de aquellos que se creen dueños del conocimiento y simplemente califican a todo aquello que escapa de su control como una tontería.
El mundo que nos rodea, siempre impresiona con su bucle de infelicidad, violencia, injusticia y sufrimiento que somete a una gran parte de la humanidad. A veces, estamos tentados a malgastar nuestra energía ocultándonos tras la coraza del cinismo, la de la soledad, la de la culpa o la del victimismo. Sin embargo, si en lugar de desviar la mirada para protegernos, nos alentamos en la compasión y la humildad, nuestra confianza será la que transforme estos venenos del alma en agua cristalina.
Todos nacemos sin saber cómo manejar nuestra vida y en nuestra primera oportunidad siempre erramos constantemente mientras aprendemos a conocernos a nosotros mismos. Sin embargo, si no nos gana la culpa o el rencor, uno de sus peores esbirros, vamos descubriendo en nuestros sueños, lecturas, aficiones, intereses y reflexiones que hay una segunda oportunidad para crear la vida que necesitamos y queremos vivir. Y además, gracias a nuestra empatía, se enriquecen nuestras posibilidades cuando somos capaces de coger pistas de todas aquellas personas sinceras con las que nos cruzamos en el camino. Si a pesar de los años somos capaces de mantener la inocencia y la alegría de la mirada de un niño, al cabo de un tiempo nuestros sueños nos mantendrán a salvo de la rutina y sentiremos que estamos listos para que nuestra segunda oportunidad sea la luz que nos ilumine cada día. Entonces, llegados a este punto ya sabremos que sólo necesitamos un poco de osadía para aprovecharla y transformar definitivamente nuestra vida.